De joven me habían gustado muchísimo Monterrey Pop (1968) de D. A. Pennebaker y Let It Be (1970) de Michael Lindsay-Hogg. Con el paso de los años mi documental de rock preferido ha sido, sin duda, Gimme Shelter (1970) de los hermanos Albert y David Maysles y Charlotte Zwerin. Desde mi punto de vista, lo que convierte Gimme Shelter en algo totalmente diferente a lo que yo había visto, es el uso de la moviola y de la sala de edición como elemento narrativo tanto al principio como al final de la película.
No sé si la idea de la moviola era algo que los Maysles tenían en la cabeza desde el principio, aunque creo que debió surgir después de los incidentes de Altamont. El concierto en el autódromo abandonado de Altamont debía ser un inmejorable colofón a la gira americana de los Rolling Stones de 1969. Supongo que la idea era recoger grandes momentos de esa gira. Por eso se rodaron las actuaciones en el Madison Square Garden de las que saldría el álbum en directo Get Yer Ya-Yas Out. Pero el constante alboroto, culminado con el asesinato de Meredith Hunter, convirtió el concierto de Altamont, y en consecuencia toda la gira, en otra cosa. Algo así como el final de la era flower power.
Posiblemente los Maysles ya pensaban en introducir elementos reflexivos en el metraje. Ahí está la fascinante escena de los Stones en los estudios Muscle Shoals escuchando una grabación de Wild Horses, tema que se publicaría en el álbum Sticky Fingers de 1971. Ése me parece uno de los grandes momentos de Gimme Shelter. Pero ver a Mick Jagger delante de la moviola, rompiendo el tiempo narrativo, me parece una solución brillantísima. Después del desastroso final de gira, los Stones observan atónitos como el idealismo pop de los sesenta choca con la cruda realidad. No hay ningún discurso moralizante, tan solo expresiones desencantadas.
Con los años el documental de rock ha madurado y ha dado grandes obras. Las vidas sensacionales de los nuevos césares siguen fascinando. Yo diría que cada vez más. Pero la precisión de Gimme Shelter me parece inigualable.
Totalmente de acuerdo, La escena de la moviola es un gran acierto. Claro que los satánicos muchachos estos, gracias a su dilatada carrera, han proporcionando a la historia del género curiosos y variados documentales. Por ejemplo Cocksucker Blues de Robert Frank, el grupo siempre lo ha medio censurado y no ha permitido su comercialización, precisamente por lo que tiene de documental, en lo referente a los excesos de estos "Caliígulas modernos". De exquisito, quizás demasiado, se podría calificar Shine a light" de Marin Scorsese. Y como curiosidad la casi inclasificable Sympathy For The Devil dirigida por Jean-Luc Godard.
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